- Argentina lleva 15 años consecutivos de déficit comercial con China, superando los US$ 75.000 millones en saldo negativo. En 2022, el déficit alcanzó los casi US$ 9.500 millones, el máximo registrado en la relación bilateral.
- China es el segundo socio comercial de Argentina después de Brasil, pero la dependencia de las exportaciones de productos primarios y la falta de diversificación hacen que la economía argentina sea vulnerable a la volatilidad de los precios internacionales y los cambios en la demanda.
- China también es un importante inversor en Argentina, especialmente en sectores como agroalimentos, minerales y energía. Sin embargo, las condiciones de los préstamos chinos suelen ser opacas y se desconoce la tasa de interés del swap acordado entre ambos países.
La escasez de dólares y el déficit comercial ponen a Argentina en una posición de dependencia en el ámbito internacional. En este escenario, el fortalecimiento de las relaciones económicas y financieras con China puede representar tanto una oportunidad como una amenaza.
A lo largo de los años, a partir de 2003, las relaciones con China han experimentado un crecimiento significativo, en parte debido a su incorporación a la Organización Mundial del Comercio (OMC). En 2014, la relación bilateral entre Argentina y China adquirió el estatus de Asociación Estratégica Integral, y el gigante asiático se estableció como el segundo socio comercial más importante después de Brasil.
Sin embargo, a medida que aumentaba el intercambio comercial, también se incrementaba el déficit comercial de Argentina.
Un desequilibrio comercia
En este sentido, según los datos de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), Argentina ha registrado un déficit comercial con China durante 15 años consecutivos. Durante este período, el saldo negativo superó los US$ 75.000 millones. Además, en 2022, se alcanzó un déficit de casi US$ 9.500 millones, el máximo histórico en la relación bilateral.
En los primeros 5 meses de 2023, el intercambio comercial con China ha generado un déficit de US$ 3.135 millones.
En cuanto a la composición de las exportaciones, la BCR señala que China es el principal destino de productos como la carne y la soja. En el año pasado, el 92% de los envíos de soja se dirigieron a China, mientras que este país fue el destino del 57% de las exportaciones de carne.
Estos dos sectores representaron más del 66% de las exportaciones argentinas a China en 2022.
Por otra parte, desde 2020, China se ha convertido en el principal origen de nuestras importaciones, destacando la importancia de los Bienes Intermedios (33%) y los Bienes de Capital (30%) en las compras totales realizadas a este país.
En este contexto, Gabriel Puricelli, coordinador del programa de política internacional del Laboratorio de Políticas Públicas, explica: «Argentina no tiene a China como segundo socio comercial porque lo haya buscado específicamente, sino porque se trata de dos economías complementarias, una que necesita los productos primarios y manufacturas agropecuarias que ofrece la otra y viceversa con las manufacturas de origen industrial».
Sin embargo, la excesiva dependencia de las exportaciones de productos básicos y la falta de diversificación hacen que la economía sea vulnerable a la volatilidad de los precios internacionales, la sequía o cambios en la demanda.
De hecho, la sequía es uno de los principales desafíos con los que el equipo económico está tratando de renegociar el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.
Inversiones primarias
También es importante destacar el papel de China como inversor en nuestro país, especialmente en los sectores de agroalimentos, minerales y energía.
Según el politólogo y especialista en economías asiáticas Daniel López: «El Observatorio de Inversiones de la Cámara Argentina China de la Producción, Industria y Comercio ha identificado 31 casos de inversión en el país. No en todos los casos se han hecho públicos los montos. Sin embargo, las cuatro operaciones más importantes entre 2010 y 2017 fueron llevadas a cabo por las corporaciones CNOOC y Sinopec (empresas petroleras), Shangdong Gold (minería de oro) y ICBC (banco), con un monto total de aproximadamente US$ 7.200 millones».
Por su parte, Puricelli señaló: «Argentina es el cuarto país que más inversión extranjera directa recibe de China en América Latina, después de Brasil, Perú y Chile, con US$ 10.800 millones. La mayoría de las inversiones se realizan en minería (metales y litio), aprovechando el perfil extractivista del desarrollo actual de Argentina».
En este sentido, aunque el litio representa una importante fuente de ingresos en la actualidad debido a su aumento exponencial de precio (en 2020 la tonelada tenía un valor de US$ 6.700 y alcanzó los US$ 69.500 el año pasado), el ministro de Economía, Sergio Massa, recientemente afirmó que la ventana de oportunidad para este mineral es limitada debido a su capacidad de reciclaje.
Esta declaración cobra relevancia si consideramos que en 2022, el 41,5% de las exportaciones de litio se destinaron a China y que el mayor fabricante de baterías para vehículos eléctricos, Contemporary Amperex Technology Co. Limited (CATL), de origen chino, es capaz de recuperar más del 90% del litio de una celda de batería usada.
Además, «es digno de mención las experiencias de asociaciones entre empresas chinas y extranjeras para operar en el país. La compañía de capital mixto (chino-argentino) Compañía Central Pampeana S.A. trabaja en colaboración con cuatro frigoríficos locales: Rosario (SENASA 1989) y Nelson (SENASA 249) en la provincia de Santa Fe, y Monte Grande (SENASA 4073) y Las Heras (SENASA 2550) en la provincia de Buenos Aires. Esta empresa ha logrado concentrar una parte importante de las exportaciones de carne argentina hacia China», detalla López.
«Otra asociación exitosa es la entre la compañía canadiense NRG Metals y la china Chengdu Chemphys Chemical Industry, que están explotando el Salar Del Hombre Muerto para la extracción de litio en las provincias de Salta y Catamarca», agrega el politólogo.
«En principio, esta colaboración estaría fortaleciendo la reprimarización», señaló.
Sin embargo, Puricelli afirmó: «El financiamiento chino, no obstante, no se enfoca únicamente en sectores productivos extractivos, sino también en el desarrollo de infraestructuras y energías renovables».
«China está dispuesta a colaborar en la industria y en la transferencia de tecnología, como ha demostrado con otros países de la región (Bolivia, Venezuela). Lo que ha sucedido es que los gobiernos anteriores no han tenido una política centrada en esos objetivos en las negociaciones con China», aseguró López.
Por su parte, Marcelo Elizondo, Presidente de la Cámara Internacional de Comercio (ICC), afirmó: «China ha planeado invertir en algunos otros sectores, principalmente en infraestructura pública como presas. Sin embargo, esto se ha hecho en menor medida de lo esperado».
Hacia la transición energética
Por otro lado, a principios del año pasado, el presidente Alberto Fernández aprobó la incorporación de Argentina a la Franja y la Ruta de la Seda, un proyecto económico basado en la histórica Ruta de la Seda que tiene como objetivo fortalecer los lazos con el resto del mundo mediante la creación de dos grandes vías comerciales: una marítima y otra terrestre. Estas rutas conectarán a China con Europa, África y América Latina.
Esta iniciativa es considerada el Plan Marshall del siglo XXI e abarca el 75% de las reservas energéticas conocidas, el 70% de la población y generaría el 55% del PBI mundial.
En ese contexto, como parte del Plan de Cooperación de la Franja y la Ruta, el embajador argentino, Sabino Vaca Narvaja, recientemente presentó 20 proyectos de energías renovables que serán financiados por China.
Algunas de las iniciativas que recibirán financiamiento en yuanes, representando más del 80% del monto total de la obra, son los Parques Eólicos «El Escorial» y «Antonio Morán» en Chubut, el Complejo Hidroeléctrico Potrero del Clavillo y el Naranjal en Catamarca y Tucumán, y el Proyecto Bio Futuro Energía Regenerativa en la provincia de Santa Fe.
El embajador había señalado previamente: «Nuestra cooperación en energía limpia con China es amplia y abarca campos como la energía solar, eólica, hidrógeno verde y energía nuclear, entre otros, en colaboración con la empresa estatal SPIC a través de un acuerdo estratégico integral».
Un informe de la Fundación German Abdala ha destacado la importancia de la transición hacia las energías renovables y la movilidad sustentable como oportunidades de desarrollo para Argentina, y la alianza estratégica con China como clave en este proceso.
Sin embargo, todavía está por verse si la colaboración y las inversiones directas de China en Argentina serán capaces de generar transferencia tecnológica, diversificación de capacidades y complejidad en el tejido productivo nacional. Es un aspecto que aún está en duda.
La opacidad de la relación financiera
En cuanto a la relación financiera, se ha señalado que las condiciones de los préstamos chinos tienden a ser poco transparentes, como se puede observar en el swap donde la tasa de interés no se hace pública.
Aunque se rumorea que la tasa de interés ronda el 6%, el Banco Central y el Ministerio de Economía mantienen en secreto los detalles del acuerdo.
Según Ecolatina, «las características de estas operaciones se destacan por su opacidad y por tener tasas de interés relativamente altas en comparación con otras fuentes, como los organismos multilaterales y el mercado financiero».
La dificultad para realizar un seguimiento detallado de la utilización de estos fondos radica en la falta de datos públicos sobre los acuerdos debido a su confidencialidad. Sin embargo, según rumores, las aprobaciones de SIRAs cuyas importaciones se realizan en yuanes han sido más fluidas desde la negociación del nuevo acuerdo, según la consultora.
Según Elizondo, desde su perspectiva, «la ayuda que recibimos de China no es tan significativa como se dice. China nos ha otorgado un swap de $5.000 millones que aún no se ha utilizado en su totalidad, y ha ampliado este monto en otros $5.000 millones, los cuales solo estarán disponibles cuando se agote el primero. Hasta ahora, hemos utilizado un total de $3.000 millones».
El especialista afirma que «el swap se utiliza para financiar las compras que realizamos a China, por lo tanto, actúa como un beneficio que permite a las empresas chinas seguir vendiéndonos a pesar de nuestra falta de dólares».
Además, añade que «China también persigue un objetivo estratégico, que es convertir al yuan en una moneda global. Por lo tanto, le interesa prestar yuanes para ser utilizados en pagos internacionales. Yo diría que no nos está ayudando».
En resumen, China vela por sus intereses y los de sus empresas. ¿Nosotros velamos por los nuestros? Pero primero, ¿cuáles son nuestros intereses?
Mientras que el gigante asiático planifica su economía para seguir innovando y diversificando su matriz productiva, Argentina no establece políticas de Estado a largo plazo para utilizar e industrializar estratégicamente sus recursos.
Al mismo tiempo, el debate entre los precandidatos para las próximas elecciones se centra en temas que podrían considerarse «resueltos» desde hace tiempo, como la educación pública, y en iniciativas que no son viables en el contexto actual, como la dolarización.
Las diferencias entre ambos países son evidentes, pero aprovechar el interés del gigante asiático en Argentina y buscar un equilibrio en la relación bilateral que beneficie el desarrollo sostenible de nuestro país es una decisión política.